Como me pasó con la lactancia, tampoco tenían una visión muy clara de como quería que fuera. No esperaba más que naciera sano…..el como me daba igual.
Tanto mi hermana como yo nacimos por cesárea. Y a mi me operaron de la cadera por una luxación congénita y me hacia idea de que me programarían una cesárea a mi también.
Y más con la diabetes gestacional y un bebé tan grande en mi interior….. Pero no.
El último mes fue de locos. Que si el bebe era grande y nacería antes de tiempo, que aunque el bebé era grande no estaba preparado para nacer….total, que si no nacía él solito me provocarían el parto el mismo día en que cumplíamos las 40 semanas: 20 de abril.
Me hubiera encantado experimentar lo que me contaron en las clases de preparación al parto: las contracciones previas, romper aguas, contracciones mas seguidas y llegar al hospital casi a punto de dar a luz….Pero no.
Teníamos cita a las 9 de la mañana para ingresar en paritorios y esperar. Esperar a que el tampón de prostaglandinas hiciera su trabajo. Coincidimos en la sala de espera con una pareja que estaban citados para cesárea y en aquel momento me hubiera cambiado por ellos, los miraba con envidia. Ellos sabían que en un par de horas tendrían a su bebé en brazos y, en cambio a nosotros nos tocaba esperar….y teníamos enfrente un horizonte de incertidumbre.
Pues nada….a esperar. La verdad es que las matronas muy majas, me dijeron que podía pasear todo lo que quisiera y si notaba algo que avisara. Me trajeron la comida, Nene se fue a comer, pasamos la tarde, llegó el turno de cambio de matronas y nada….mucha pelota de pilates pero allí no se movía nada. La nueva matrona me hizo un tacto, me quitó el tampón y me dijo: «Que buena pinta, estas dilatada de 2 cm, el cuello borrado al 70%, así que esta noche te pones de parto y de manera natural!» Que ilusa!
Nos subieron a la habitación, intentamos dormir y a eso de las 7 de la mañana del día 21, cuando me levanto al baño vi lo que no había visto en todo el embarazo: un hilito rojo de sangre!
Ay, que me voy a poner de parto! A llamar corriendo a la enfermera, que avisó a un celador y de nuevo a paritorios. Un nuevo tacto y tachán! Estaba igual que a las 10 de la noche….no habíamos avanzado nada de nada. Así que ya no había tampón, ahora tocaba oxitocina y enchufada al gotero.
Esta si hizo su trabajo….que dolores!!! Aquí una que quería parir lo más natural posible, y una leche! A la tercera contracción llamamos al anestesista y epidural al canto.
El primer día había estado yo sola en paritorios, pero ahora estaba el tema más animado. Al menos escuche a 3 madres gritar de dolor mientras parían, y yo sólo preguntaba a la matrona: «Esas estan como yo?? Tanto duele??» Y la pobre no sabia como contarme que ellas estaban ahí de segundas, que ya eran veteranas, estaba siendo su segundo parto y querían parir «a pelo», pero que a mi ni se me ocurriera, que yo llevaba ya 24 horas de dolores y que no iba a poder con ello. Qué razón tenia!
En esto que llegan todos los accesorios de anestesista, y cuando esta todo preparado él hizo su aparición estelar: «No te muevas, agacha más la cabeza…» Y pum, pinchazo al canto. Al instante se me empezó a dormir la pierna izquierda, le avisé y el corrigió. «Uy, es verdad, se me ha ido un poco a la izquierda el pinchazo, a ver si ahora está más centrado…»Así que dos pinchacitos y empecé a descansar algo.
Me acuerdo que la noche anterior había sido el último capitulo de la serie El Principe y que yo intentaba a través de la wifi del hospital y mi móvil verlo, pero nada, se cortaba. Si me relajaba y lo veía, no me acordaba del dolor. En cuanto se me iba la cobertura, veía las estrellas. Nene me iba avisando a través del monitor de las contracciones y yo ya no sentía las piernas.
Ya no quería más bolos de epidural, llevaba 3, no sentía las piernas y no sabia como iba a empujar….así que a eso de las 5 de la tarde me dió el bajón. Venga a llorar! Me veía incapaz de parir, me iban a tener que hacer cesárea y todas las horas sufridas no iban a servir para nada. Nene se agobió tanto de verme así que llamó corriendo a la matrona, Raquel, mi ángel de la guarda, para que viniera y valorara la situación. Me hizo un nuevo tacto, me tranquilizó y me dijo: «Pues si quieres parir, empuja, estas preparada!!»
Y a ello que me puse. La habitación parecía el camarote de los Hermanos Marx, venga a entrar gente, yo venga a empujar de todas las posturas habidas y por haber, y todas las que me enseñaron en los cursos. Me habían preavisado que serian 4 horas y no estaba dispuesta a espera tanto! Pero me cansaba, no podía más, yo venga a empujar y Nenito no quería salir. Raquel me animaba a tocar la cabeza, a que tuviera constancia de por donde iba Nenito para empujar con más ganas y llegaron las 9 de la noche y nuevo cambio de turno. Rogué y lloré que no se fuera, que sin ella no iba a ser capaz de empujar, y la pobre se esperó 30 minutos más, pero yo no podía ni con mi alma. Le di permiso para que se marchara, entró el nuevo equipo con fuerzas renovadas y me ayudaron con los pujos. Sí me apretaron la tripa para ayudar, pero en ningún momento me hicieron daño. Al llegar la contracción yo respiraba y cuando me quedaba sin fuerzas ellas me animaban a continuar y empujaban suavemente. Nene veia todo y me apretaba la mano para ayudarme.
Yo, que no quería gritar, debí ser como la niña del exorcista. Y a las 21’38 del 21 de Abril llegó el amor de mi vida!
…continuará!